Un mundo de borregos
Un mundo de borregos.
A ver… es que estaba yo dándole vueltas a la expresión en cuestión.
¿Que es ser un borrego? ¿Aborregarse?
¿Qué crimen horrendo cometieron en los albores de los tiempos los borregos para que les cayera semejante San Benito?
Por cierto… ¿Qué culpa tiene el bueno de San Benito?
Vayamos por partes.
Ser un borrego es perder la individualidad a favor del rebaño.
El borrego deja de pensar. (Si es que alguna vez pensó) Se abstrae en su mundo idílico (Verdes pastos, paseos agradables por el campo, compañerismo, solidaridad, todos a una como en Fuenteovejuna… un mismo camino… el culo del de delante siempre en tus propias narices…)
Entrañables.
Es sencillo. Cómodo.
Ni hace falta preguntarse cuando se tiene que balar… desde pequeños te enseñan que cuando oigas un Beeeee tú tienes que hacer Beeeee.
Si tienes suerte, te quitaran la lana y te dejaran fresquito… si no… el rebaño te guiará a un pasadizo estrechito y todo terminará rápido.
Hay un pastor del que de vez en cuando se escucha su voz y al que algunos han visto.
Hay un perro que no para de molestar.
Fastidioso.
A quién crea que ya no queda rebaños… pues bueno… a veces incluso pasan por el centro de Madrid…. y a veces hasta acampan en la puerta del SOL.
Tic-Tac
Deberías leer «Platero y yo» de Juan Ramón Jiménez.
Lo he leído… un par de veces…